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lunes, 24 de enero de 2011

Capitulo 1.

Hola, mi nombre es Alfonso, y vivo en Madrid. En el momento que escribo  estas líneas, tengo treinta años, aunque realmente no sé si veré cumplir los treinta y uno.
La situación es crítica, no puedo continuar ahora, están ahí…ya vienen…


Madrid, 7:00 AM, suena el despertador, me toca ir a trabajar. Con un ojo abierto y otro luchando por hacerlo también, me voy al baño. Hoy es 8 de Octubre del 2010, viernes, por fin viernes.
En la cocina intento preparar a duras penas un café, no me acostumbro a madrugar.
Mientras el microondas gira, voy a saludar a mis perritos, están en la terraza, deseosos de que les abra para salir disparados a chuparme las manos y pedirme que les baje a la calle. Son macho y hembra, dos carlinos, Bitxo y Luna, por separado son muy buenos, juntos, un terremoto.
Una vez engullido las galletas y bebido el café, me pongo lo primero que pillo en el armario, un chándal, para bajar a los perros antes de ir a trabajar.
Y allí estoy con ellos, en el parque de enfrente de casa, con las luces de las farolas aun brillando, y con el cielo con un azul muy oscuro, amaneciendo.
 El frio es intenso a esta hora de la mañana, pero a ellos no parece importarles mucho, entre matorrales y hierbajos, hacen sus necesidades, olisqueando todo lo que les sale al paso.

Los perritos ya están "desahogados", y ahora toca subir a vestirme, aun tengo tiempo de encender un rato la tele y ver el telediario de la mañana, aunque a estas horas no se qué noticias pueden dar, seguramente el tiempo, el tráfico, y poco mas, o quizá esté equivocado.
Al final elijo CNN+, nada nuevo, un accidente de tráfico en Huelva, que si la Esteban podría ser alcaldesa si se presentara a unas elecciones municipales y que una farmacéutica alemana, está siendo investigada por un incidente la semana pasada con uno de sus empleados.
Pues que investiguen bien, ya es la hora, me voy a trabajar, voy con tiempo justo para tomarme un cafecito con mis compañeros. A ver que se cuece en la magnífica empresa en la que trabajo, y después a planificar el fin de semana.
Sinceramente cada vez me gusta menos el trabajo que realizo, tengo ganas de cambiar de aires y poder crecer en otra empresa, sin tener que aguantar ciertas cosas, o a ciertas personas, adiós perritos, no me echéis de menos.

En el metro la gente parece hipnotizada, absorta en sus lecturas, sus mp3 y sus conversaciones, allí dentro, parecemos todos autómatas, programados para la misma rutina diaria, mismo camino, mismas caras, uf, siempre lo mismo.
Ya he llegado, allí tengo a mi querida compañera del alma, que tan simpática me cae, y tanta gracia me hace con sus idioteces mañaneras.
Lleva el 20minutos en la mano, y como cada día, nos comenta la repetición de la jugada, es decir, nos lee todas las noticias que a ella le parecen interesantes.
-Mira Alfonsito, ¿has visto que lo que ha dicho Zapatero sobre las pensiones? ¿Tú qué opinas?
Ella es Raquel, una chica de aproximadamente metro sesenta, rellenita, y con bastante maldad en lo que al trabajo se refiere. Es la típica compañera que tienes que aguantar por decreto ley, y encima, sentándose a mi lado.
Cada vez la aguanto menos, pero es parte del trabajo, no solo tengo que aguantarla a ella, si no también a mi enternecedora jefa.

El tiempo pasa lento allí dentro, pero no todo es malo, también tengo compañeros que merecen la pena.
Y uno de ellos es Juan Carlos, un padre de familia fuera de lo normal, no es lo que aparenta ser, un tipo simpático donde los haya, escondido detrás de un traje y una corbata, aparece una persona muy divertida, con un marcado síndrome de “Peter Pan” que comparto sin duda.
Hoy hemos quedado para después del trabajo para tomarnos unas cervezas, charlar un poco y poner verdes a las de siempre.
Son las 18:00, y ya salimos disparados para el bar de enfrente del curro, es nuestro pequeño rincón de desahogo antes de ir para casa y poder descansar un poco.
Entre risas y cañas, se nos ha echado el tiempo encima, para variar, al fin y al cabo a mi no me espera nadie, pero lo que es a él, solamente su mujer y sus tres hijos, casi nada.
-Bueno Juan Carlos, que pases un buen fin de semana, y cuidado con las fieras que te esperan en casa.
-Venga Alfonso, cuídate y descansa.

Y con estas palabras, bajo al metro para poder volver a casa, y allí, más de lo mismo, los autómatas de cada mañana, esta vez regresando a sus casas.

“Próxima parada”, la mía, por fin en casa.

1 comentario:

  1. Hola colega, no quiero que te lo tomes a mal. Pero el tipo de fuente que usas me hace dificil la lectura. Solo es una critica constructiva.
    Otra cosa: sigue escribiendo que esto me interesa.
    Un saludo

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